Como deportista no debes esperar a sentir sed para consumir agua, como tampoco hacer caso a aquellos prejuicios que mencionan la no favorabilidad de dicho consumo para el cuerpo. Cuando te decides a beber pequeños sorbos estarás evitándote muchas molestias recurrentes, y ahí esta lo primero que debes saber, muchos de los padecimientos más comunes tras hacer ejercicio, se deben a no hacerlo.
Lo más recomendado es hacer este consumo en los descansos tras las series o en su defecto cuando vas a empezar a hacer algo diferente, y no esperar a estar muy sediento, pues puedes encontrarte fresco, más tu cuerpo necesita este líquido para equilibrar las perdidas por el sudor.
Esto último mencionado es muy valioso, ya que cuando haces rutinas muy largas o estas sometido a la inclemencia del clima, pierdes sales vitales, y si bien el agua no es capaz de reponerlas al 100% al menos ayudará a tu sistema a recomponerse poco a poco, lo que se conoce como un equilibrio hidro-mineral, o traducido: hidratación.
¿Para qué?: para evitar un incremento en la presión arterial la cual es la causante de los tan comunes dolores de cabeza cuya culpa la mayoría se le atribuye al esfuerzo, también es importante para prevenir las arcadas y la desestabilización del cuerpo a causa de los mareos.
Aunque no lo creas el agua también ayudará a sintetizar tu energía o más bien a acelerar ciertos procesos de obtención de ATP, que al fin de cuentas es la encargada de ejercer el movimiento en tus músculos a causa de la glucosa y demás fuentes energéticas que usa el organismo en la motricidad.
Por otra parte, cuando el medio extracelular no está hidratado, los eritrocitos deberán ceder parte del agua que almacenan para suplir ese faltante, lo que se convierte en una plasmólisis que nunca es beneficiosa para el normal desarrollo de las células.
El hecho de consumir agua, no te hace ver débil como muchos piensan, sino que por el contrario, hace movilizar a todos tu cuerpo incluyendo la mente para mantenerte más activo y saludable.