Uno de los problemas más comunes en el mundo deportivo es el hecho de pensar que el ejercicio nos brindará las bases que necesitamos para sentirnos bien, como si con cada rutina abonáramos a la auto-confianza que poco o nada tiene que ver con el hecho de rebajar de peso o ganar masa muscular. Precisamente hoy hablaremos de ello y sus injerencias en la actitud que tiene todo deportistas tras sus rutinas de entrenamiento.
Quizás después de meses y meses de practica ardua de tus rutinas para conseguir un objetivo, te sientes realmente mal, como si nada de lo hecho hubiera valido la pena, comportamiento que se repite hasta cuando has logrado lo que querías. Entonces, si has conseguido un objetivo, ¿por qué razón no sientes satisfacción por los medios que usaste?, ¿Por qué no hay una retribución emocional tan típica de los móviles de un triunfo?
¿Apostaste al realismo?: Muchas veces creemos que si bajamos esos 10 kilos demás, seremos aceptados en los grupos sociales a los que siempre aspiramos pertenecer, o si ganas masa muscular podrás ingresar al equipo de futbol. No nos digamos mentiras, el deporte no abarca ese tipo de aspectos, pues son algo que tiene una inherencia más inmediata con dimensiones más profundas, más íntimas del ser humano, y aunque con el entrenamiento se logran buenos resultados en varios ámbitos de nuestras vidas, hay ciertos objetivos que deben ser dibujados desde otro ángulo.
El negativismo: Muchos se obsesionan con que su cuerpo es la causa de todo lo “malo” que pasa en sus vidas: “mi jefe no me asciende por mi aspecto”, “mi esposa ha mantenido una actitud distante, porque ya no soy atractivo”, “mi novio se fija en otras por ese desperfecto en el abdomen”. Dejemos de pensar que todo lo que no sale como queremos, tiene que ver esencialmente con nuestra apariencia física. La mayoría de las veces lo uno no tiene que ver con lo otro y debemos abandonar el negativismo o por lo menos la crítica negativa hacia nosotros mismos. El primer paso para un lograr ser un deportista exitoso, es asumir a su cuerpo como el mejor de los templos, un templo que se quiere moldear, pero al final no perderá la esencia de “sagrado”.
¿Creíste que lo logrado era de por vida?: Es uno de los mitos más tontos que hay en el mundo del deporte. No hay ninguna razón para pensar que hay un punto final en el entrenamiento, algo así como que un día tienes el objetivo finiquitado a la perfección, y al siguiente te olvidas por completo de rutinas, alimentación y descanso que son realmente esenciales para “mantener”. No debes pensar que los pectorales o lo kilos perdidos se mantendrán por si solos, recuerda que lo que hiciste fue un trabajo, y cuando se abandona el trabajo, también se pierden los ingresos.
Vivir del temor por la pérdida: Lo anterior también tiene su contra. Cuando te preocupas demasiado por mantener la estabilidad luego de alcanzado un beneficio, puedes verte en peligrosas prácticas como el consumo de sustancias prohibidas o el abuso de suplementos que en realidad no necesitas. Lo único que tienes que hacer para continuar observando los beneficios que has logrado, es hablar con tu entrenador una vez consigas los objetivos planteados, él sabrá darte una rutina efectiva de recuperación, de concentración y de equilibrio para que no vayas a notar las pérdidas al cabo de poco tiempo.
Trata siempre de buscar las formas de que el ejercicio sea también mental. Entrena a diario tu actitud y permite siempre la estabilidad en cada ámbito de tu vida.